Ten cuidado con lo que deseas

“Ten cuidado con lo que deseas” dijo el proverbio, el genio o el djinn.
Y nunca aprendemos, y pasamos la vida deseando. Y el deseo se vuelve finalidad, y la finalidad se vuelve vacía.
No lo deseaste, pero lo pediste. Ahora estoy acá, con una extraña necesidad escrita, no soy un djinn o un genio, ni siquiera un proverbio; pero no me gustaría que te arrepientas de lo que pediste.
Duro golpe cuando el deseo se transforma en lamento, más duro es el no deseo que se transforma en lamento. Darse cuenta lo que uno tendría que haber deseado, pero en un momento cuando ya es demasiado tarde para cambiar lo que sucedió.
Lo malo es creer que uno puede saber lo que quiere, lo duro siempre es aprender. El aprendizaje es usualmente eso que nos llega el segundo después del cual realmente lo necesitamos. Lo bueno es que cuando el aprendizaje sucede de esta forma, poco probable sea que olvidemos de esté, pero entonces es cuando vemos lo malo, ese momento puede haber sido el único para el cual nos hubiese servido.

Recordé un cuento, que alguien me contó:

Un hombre se encuentra con un genio, y este le comenta:
-“Hombre, por haberme encontrado te concederé uno de estos dos deseos. Puedes elegir entre todas las riquezas del mundo, ó el conocimiento absoluto”
El hombre casi sin pensarlo contesta:
-“Genio, deseo el conocimiento absoluto”
Instantáneamente el genio le concede el deseo. Al cabo de unos segundos, el primer pensamiento perfecto, del hombre con el conocimiento absoluto, se desprende de su boca:
-“Debería haber elegido el dinero”

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Sólo pensamiento: “Por unos instantes me sentí Bucay, no era mi intención. No es, como decirlo sin insultar, santo de mi devoción”